lunes, 1 de marzo de 2010

Un carro para la familia...

Vamos de paseo Pi, pi, pi En un coche viejo. Pero no me importa, Pi, pi, pi Porque llevo torta..... Nos vamos de paseo en nuestro viejo coche el, Chevy de color verde metálico, que luego sería de color rojovino y mas tarde azul metálico. Era el coche de la familia, un poco heredado del abuelo a su yerno, para que lo disfrutaran su hija y sus nietos. El chevy, Bartolo, como lo bautizaría la tía Angie años mas tarde, era un centro de reunión familiar; en el nos reuníamos todos los domingos en la tarde la abuela, la tía, papá, mamá y los niños para ir de paseo a Villa Duarte. Si me remonto a aquellos días, puedo verme sentada en el coche de lado de la ventana, al lado de la abuela, contando "cepillos" o cantando, mientras el viento golpeaba con fuerza sobre mi cara; realmente eran buenos tiempos aquellos, los domingos eran una pasada, pues nos íbamos todos de paseo en nuestro viejo carro, que a tantos lugares nos llevó. El Chevy nos llevó al colegio, a los cumpleaños infantiles, a los quince años, a mas de una fiesta del cole, a la universidad, y hasta en aquellas largas tardes de sábados de supermercado estaba nuestro viejo amigo; estuvo con nosotros muchos, muchos años, tantos que era parte de la familia. El Chevy creció y se hizo viejo con nosotros. Tanto le conocía que yo era capaz de escucharlo y distinguirlo entre un millón de coches y a metros de distancia, su sonido era único y especial. Durante un buen tiempo fue nuestro fiel medio de transporte; pero los años le pasaron factura, ya estaba viejito, y muy achacoso, tanto que solía pasar mas tiempo en el taller que en el garaje de casa, por lo que papi tuvo que cambiarlo por uno ultimo modelo: “Nick”, el Nissan Sentra del 91 de color rojo vino, llego a casa con la algarabía y el alboroto que causa la llegada de todo coche nuevo. “Bartolo” se quedó resagado en la cochera; paso a ser el segundo coche de la familia, y pasaba mas tiempo parado que paseando. Parecía saber lo que se le venía encima, parecía estar triste, porque su familia de siempre le había cambiado por otro más joven; y es que todos estábamos muy emocionados con "el nuevo" que acababa de llegar, sus líneas eran mas suaves, su motor no sonaba y tampoco había que llevarlo al taller; pero como "el nuevo" no sonaba yo no era capaz de escucharlo; y por eso y por mi despiste, alguna que otra noche me subí en un coche que no era el mío, bajo la mirada sorprendida de su conductor; desde entonces mi padre tenía que bajar la ventanilla para hacerme señas, para evitar que me equivocara otra vez, porque como "Nick" habían muchos iguales, y Bartolo era mucho Bartolo, parecía sonreír y decirnos, “hey, que estoy aquí, que ya hemos llegado por ti”. Hace tiempo que ya nuestro Chevy no está entre nosotros, y todavía le hecho de menos, como a muchos que también se han ido, y como al tiempo pasado, que, como dice Ernesto Sábato, siempre será mejor; todavía me parece que lo voy a ver grande, hermoso y esperando en su pequeño aparcamiento por su familia para llevarla a pasear…. En memoria de nuestro “Bartolo”, el Chevy Nova verde del 68, que ocupó toda mi niñez, mi adolescencia y parte de mi juventud adulta......

1 comentario:

Anónimo dijo...

hahahaha, me encanto y me hiciste recodar el Datsum rojo de papi, que tambien estuvo con nosotros has el 91... y creo que murio de los pulmones por que tosia tanto, que el humo ya se nos entraba donde hibamos los pasajeros. Como bien tu dices esos carros fueron parte de mi familia. El dia que se lo llevaron de mi casa todos lloramos por el viejo carrito rojo, como le deciamos.
Ana