jueves, 7 de julio de 2011

Una taza de café...

Se denomina café a la bebida que se obtiene de los frutos y semillas de la planta del café o cafeto (Coffea). El árbol del café tiene su centro de origen en la lejana Abisinia (en la geografía actual Etiopía), en el Nororiente de África.

Son muchas las leyendas que se tejen con el fruto del café. Una leyenda, conocida por musulmanes y cristianos, habla de que en una ocasión en que el Profeta estaba enfermo, el ángel Gabriel le devolvió la salud y la fuerza viril, ofreciéndole una bebida negra como la gran Piedra Negra que hay en La Meca.

Otra de las leyendas y una de las que mas me gusta habla de un pastor llamado Kaldi. Cierto día que cuidaba su rebaño de cabras notó que los animales desarrollaban una conducta extraña. Nerviosamente iban y venían, subían y bajaban, en un estado de agitación que se prolongó todo el camino de regreso y persistió durante una noche que se volvió interminable. Sólo a la mañana siguiente el rebaño pareció calmarse y fue así como siguió con mansedumbre al amodorrado pastor hasta las zonas de pastura. Hasta que unas cerezas tentadoras detuvieron su paso, y luego de mordisquearlas, las cabras retomaron su conducta nerviosa del día anterior. Kaldi observó las plantas que aparentemente habían causado el cambio en su rebaño y probó con cautela una hojita y un fruto. Lo primero que percibió fue que no se trataba de un arbusto de cerezas, y que el sabor no era tan agradable como el que esperaba. Pero también sintió que el cansancio producido por la larga noche de insomnio se había desvanecido y era remplazado por una energía que lo impulsaba a la acción. Kaldi tomó consigo unas ramas florecidas y encabezó la marcha hacia un monasterio que se encontraba a pocos kilómetros. A paso vivo lo seguía su rebaño. Al llegar a la casa religiosa, el pastor fue introducido a presencia del Abad, mientras sus animales quedaban al cuidado de unos desorientados monjes. Informado del descubrimiento, el Abad llevó a Kaldi a la cocina, y prudentemente hirvió una rama con algunos frutos rojos. Pero cuando probó el gusto de ambos le pareció tan desagradable que en un impulso arrojó el atado entero sobre el fuego. La cocina se vio invadida de un aroma delicioso que indujo al Abad a hacer una nueva prueba. Tomó el fruto tostado y preparó una infusión que, con su perfume cálido atrajo a un grupo de monjes a la cocina. Así nació el café, de Etiopía al mundo; probado por unas cabras, descubierto por un pastor, tostado por un Abad, celebrado por unos monjes, que nunca pudieron imaginar que ese enérgico sabor se seguiría prolongando durante siglos. Cuento o leyenda, si nació así o no, me encanta esta historia y me encanta creer que de verdad surgió así esta bebida llena de pequeños momentos.

Alrededor de una taza de café construimos infinidad de historias; con una taza de café surgen amigos y grandes amores; se sueñan proyectos y se cierran negocios. Una taza de café es compañera cuando reímos y recoge nuestras lágrimas cuando de despedir a alguien se trata. Una taza de café nos acerca al vecino y nos une al amigo. Una taza de café nos despierta en las mañanas y nos acompaña en el desayuno o cuando leemos el periódico; con una taza de café iniciamos nuestro día laboral y nos levantamos el ánimo en el trabajo y a media mañana y es una compañera más cuando estudiamos de madrugada. Siempre hay un lugarcito para una tacita de café, porque una tacita de café nunca cae mal y siempre es bien recibida. Cuantas veces no hemos dicho o escuchado, pasa por mi casa y nos tomamos un cafecito; con un buen café recibimos y damos la bienvenida a los amigos y familiares en nuestra nueva casa e inauguramos cada piso, apartamento o lugar al que nos mudamos; con una tacita de café invitamos y conocemos a nuestros vecinos. Una taza de café es como un estrechón de mano, un abrazo o un beso...que bien nos sentimos cuando la tomamos en buena compañía. Cuando llega la hora de tomar café a solas, empiezo a extrañar aquellas sobre mesas en casa de mis padres junto a mis hermanas, mi madre y mi tía, con nuestros niños riñendo unos con otros quizás por el mismo juguete o por el mismo lugar, pero benditas horas y benditos pleitos. Cuando percibo el aroma de un buen café, vuelvo a estar en esa galería donde tantas veces me senté y donde tantas conversaciones, situaciones, riñas, lágrimas y risas se tejieron. En España dicen que el café se bebe Corto, Amargo, Fuerte y Espeso, como sus letras bien dicen; si alguien me llegara a preguntar como me gusta el café, diría, que el café me gusta en Compañía de Amigos y Familiares siempre en un buen Entorno o en un buen Evento...esta traído por los pelos, pero en resumen es esto: un café entre gente querida y compartiendo momentos inolvidables!!! Ven que te invito a tomar un buen café...