martes, 16 de junio de 2009

Un dolor llamado "Ninín"....

Que puede contar la mujer que soy hoy, de lo que recuerda la niña de doce años. Realmente tenía menos cuando le conocí, era el segundo de mis hermanos, no me acuerdo cuándo llegó a la casa, cuándo lo trajo la mami en los brazos. Si que recuerdo la cuna, con el mosquitero blanco adornado con lacitos azules y unos diminutos muñequitos en forma de bebé. Ahora no sé si es que lo recuerdo o es que las fotos de aquel entonces logran que estas imagenes se queden en mi memoria.
Es difícil hablar de mis días con él, de niño no sé como era; mis padres dicen que era un niño muy callado y muy tranquilo; a mi madre aún se le escucha decir, con un dejo de dolor en sus palabras: "de los cuatro, era el que mejor comía....", encerrando éstas su todavía amargura palpitante y su incredulidad ante lo que tuvo que vivir.
Yo no puedo decir si era tranquilo o inquieto; si fue un niño travieso o si de mayor hubiese sido este o aquel tipo de hombre. Me gusta soñar, a veces, con las novias que hubiese traído a casa, con la mujer que hubiese elegido como esposa o con los sobrinos con los que me habría hecho tía; también juego con el tipo de profesión que hubiese estudiado, porque él quería ser bombero o policía, para ayudar a los buenos y encerrar a los malos.....así era nuestro Ninín.
El tenía cuatro años, cuando mi memoria empieza a recordar. Había pasado la semana santa y volvimos todos al colegio. Justo aquí empieza la historia, que terminaria dos años mas tarde, cuando el apenas tenía seis años y medio.
Para entonces Ninín era un niño hermoso, con una negra cabellera y dos intensos y grandes ojos negros, que cuando te miraban parecían te sumergías en ellos.
Tengo en mi cabeza clavado, como si fuera hoy, el día en que salieron con el "niño" al hospital a que lo revisara el médico, porque tenía unos moratones por todo el cuerpo y no quería jugar porque "me duelen las piernas, abuela". No puedo borrar tampoco, cuando, después de varios días de exámenes y hospitalización, llego papi y nos dijo: "los médicos dicen que el niño tiene leucemia", no sé lo que aquellas palabras significaban, pero si supe que era algo grave por los rostros desencajados de cada uno de los miembros de la familia; busqué su significado en el diccionario, y con lo poco que me aportaba me quedé. Lo siguiente que recuerdo es el aeropuerto y estar despidiendome de papi, mami y mi pequeño hermano porque tomarían un avión rumbo hacia la esperanza, la fe y la confianza. En esos meses, seis exactamente, se sucedieron muchas cosas, nosotras quedamos con la tía y la abuela, y mi madre quedó con él en NY, encerrados los dos en un hospital: El Mount Sinai; mi padre viajaba con bastante frecuencia de un lugar a otro; y mi madre, cuántas cosas vivío mi madre, mujer fuerte y valiente con una fe inquebrantable, que aún el día de hoy y con todo lo que le tocó vivir, sigue intacta y dando ánimos cuando la adversidad derrumba a cualquiera de sus hijas.
Mami y Ninín regresaron el 18 de octubre, justo para poder celebrar sus cinco añitos. Mi hermano estaba diferente, su pelo negro y hermoso ya no estaba, "el tratamiento" se lo había quedado, y su mano, su mano derecha apenas le funcionaba: "el tratamiento" se la había cargado. Pero igual daba, no me cabía en el cuerpo tanta felicidad, esto era poco o nada, para lo que significaba tenerlos de regreso en casa; pensé que todo había pasado, que mi hermano, por fin había sanado y que nunca mas marcharía. Que lejos estaba de la realidad, justo aquí empezó una larga agonía de quimioterapias, que lo dejaban muy mal al final de cada sección, fiebres desorbitantes, perdida de pelo, brote en las encías, etc. que hacían de cada una de estas secciones una sección de frustración e impotencia.
Una noche, después de una de las secciones, y cuando Eugenito parecía estar mejor, le pregunté: "Cuándo volverás a dormir conmigo, hace tiempo que no lo haces", él me respondió: "Cuando me sane volveré a dormir contigo, te cuidaré y nunca mas estarás sola. Pero tienes que esperar a que yo me cure". La siguiente que recuerdo es a mi padre dandome un abrazo con el rostro desencajado de dolor y mi madre sentada en una silla del hospital llorando y diciendome: "Ninín está ahí dentro, quieres verlo". No pude despedirme, no le di un beso antes de dejarme, ni siquiera sé si fui una buena hermana para él.
Cierto día, hablando con Flobre, le dije: "Porqué si me habla tu padre, o me habla Pily, en mis sueños y me dicen que están bien, que están en un lugar hermoso y lleno de paz, porqué no la hace Ninín. Porqué él no me habla?"; Flobre me respondió: "Porque él te lo dijo antes de marchar, te dijo que te iba a cuidar y que cuando el sanara nunca mas ibas a dormir sola. Desde entonces, duerme contigo cada noche a tu lado. No lo dudes". Me dio un beso en la frente y agregó: "Sé feliz, que tu hermano está contigo". Desde entonces vivo tranquila, y sueño con él, a veces pequeño, otras veces adolescente.....sueño y juego con él, como el que juega a soñar despierto.
Termino mi relato diciendo quien era Ninín. Ninín fue el niño de ojos grandes y pelo negro, regordete y hermoso, el segundo de mis hermanos que un día llegó en brazos de mami; el pequeño que logró cambiar el carácter amargo de "Sor Arcangela"; el niño que aprovechaba sus horas de recreo, tomaba de la mano a esta monja y la llevaba a hablar con su amigo Jesús, a la capilla del colegio; el niño que apenas empezó a escribir su historia; el que un día enfermó y luego marchó; el que en mis sueños vuelve de un largo viaje y después de muchos años; el deseo del corazón de una niña que quería saber, cómo hubiese sido la vida si esta historia no hubiese sido escrita y contada con resignado dolor.....
Para mi hermano, que espero algún día volver a ver.

viernes, 12 de junio de 2009

En un rincón de mi vida....

En un rincón de mi vida hay una casita en lo que parece una pequeña colina, situada a orillas del río Ozama. Ahí vive mi madrina, "tía Talina", y sus tres hijas: Thamara, Vanessa y Mayra. Es una pasada este lugar, no hay coches, no hay ruidos y está lleno de árboles, flores y toda clase de bichos raros. De noche, cuando nos quedamos a dormir en casa de mi tía, se pueden escuchar los grillos cantando y cuando llueve, la lluvia parece cantar sobre el techo de zinc. Las sábanas de mi tía huelen a limpio, a primavera, a libertad, son suaves y muy finitas, mas que arropar parecen acariciar.
Este es un lugar mágico, donde corremos, jugamos y saltamos sin temor a que nos pase nada, una que otra vez nos caemos, pero no pasa nada, el dolor se va enseguida. El árbol de almendras es el que mas me gusta de todos, es enorme y debajo de él siempre hay hojas grandes y de colores hermosos, también almendras frescas y almendras secas; las almendras frescas son sabrosas, pero las secas son divertidas: buscamos una piedra, la machacamos hasta sacar la semilla de dentro, es rica y suavecita, nada que ver con las que compra mami en el supermercado en navidad. El árbol de almendras, según la historia, lo sembró mi bisabuelo cuando llegó de Italia, con una semilla que llevó de allí, por eso las almendras del árbol de almendras saben distintas a las almendras de otros árboles de almendras, y son más grandes. También hay otros árboles: limoncillo, jobo, tamarindo, cerezas.....vaya pasada!!!!
Villa Duarte, así se llama mi lugar mágico, es verde y lleno de los colorinos de las flores; algunas nos regalan sus pétalos para ponernos uñas postizas, otras, cuando la metemos en el agua empiezan a explotar; en este lugar hay mucha paz, tanta que parece que el tiempo se detiene cuando estamos allí.
En los veranos solemos ir allí a pasar las vacaciones, con las hijas de mi tía, ellas nos cuidan, nos bañan, y juegan con nosotras; ellas son mas grandes que nosotras, hasta hay una que estudia medicina; también están sus amigos, o novios, no sé bien que son. También vamos de visita con la abuela todos los domingos, y los adultos beben café y nosotros comemos galletas de soda con leche condensada y pan dulce; a veces pasa el señor que vende jalao, es algo muy extraño que se come, que a mi no me gusta mucho, pero todos corren a por uno de estos dulces tan raros.
Abajo, pegadito al río está la casa donde viven los más viejos: están arrugaditos y siempre están sentados alrededor de una mesa que tiene un mantel de flores plástico. Uno de ellos, el menos arrugado, siempre lleva muletas, mi mamá dice que se calló de la cama porque estaba saltando sobre ella; pero yo creo que me lo dice para que la que no salte sea yo y mis hermanos. Es una casa muy rara, pero con un patio super guay; aquí hay un salón oscuro y sobrio, con unos muebles que parecen de juguetes, pero no nos dejan entrar. En la cocina siempre hay una señora haciendo el café, también está el muchacho que habla raro, Ari, a veces me da miedo, pero enseguida se me quita, porque en este lugar no se puede sentir miedo.
Dentro de esta casa hay otra casa, tenemos que ir por el patio y subir unas escaleras muy raras. Es emocionante!!!, aquí hay una alberca con patos y jaulas con gallinas que ponen huevos y conejos, muchos conejos de todos los colores. En esta casita vive el tío Gualterio, que no sé exactamente quién es, si es el esposo, el hermano de la tía Mamena, sólo sé que es un viejito muy viejito, arrugado y muy flaquito. El también tiene árboles que dan unos frutos muy extraños, hay uno que se llama pepinillo, mi abuela me dice que no me los coma que me harán daño, pero yo igual los como; tienen un sabor super fuerte, entre agrio, salado, amargo, la cara se me arruga cuando los pruebo, pero igual me gustan.
El río, en el río hay barcos, hay uno gris muy grande, mi papá dice que es de la Marina de Guerra, pero que no se puede mover porque se está encallado, no sé lo que significa, pero nosotros decimos que es un barco fantasma, tiene un número enorme en uno de sus lados; también hay yolitas, con nombres, y con unos señores que las usan, se llaman yoleros, y que transportan a las personas de una orilla a la otra, como si de un carro público se tratara. Los amigos de Thamara, Vanessa y Mayra, también tiene yolitas y nos llevan de paseo en ellas, nos divertimos mucho, nos mojamos los pies y nos entretenemos viendo los peces que están en el agua.
Ojalá y nunca despareciera este lugar mágico. Pero no podrá ser, vino el ciclón David, con sus fuertes vientos y con toda esa lluvia, y tumbó el árbol de limoncillo que cayó sobre el techo de zinc, donde antes cantaba la lluvia. Ya mi madrina no estaba, se había marchado al cielo y ya nunca regresó. La casa se llenó de agua, de hojas y piedras que había arrastrado el Sr. David. Nunca más volvimos, el árbol de almendras también se cayó, y el barco que estaba encallado se marchó; mis primas se mudarón de allí a otras casas mas grandes, quizás mas bonitas y con mas lujo, pero no tenían magia, tampoco tenían árboles con almendras italianas, ni flores, ni bichos que cantaban en las noches.
Hoy vuelvo la vista atrás y recuerdo mi infancia en ese lugar, y veo a mis hijos y mis sobrinos, y me da mucha tristeza el que ellos nunca puedan conocer la magia de este lugar. Hoy Villa Duarte tiene edificios, un monumento a las vacas, o a los braseros de la caña, tiene un puerto muy elegante, y hasta hay restaurantes donde puedes comer a la orilla del río; las casitas ya no están y la magia se marchó cuando llegó la elegancia.
En homenaje al Villa Duarte de mi niñez.....