domingo, 24 de enero de 2010

Aquellos maravillosos años....

Ayer en la tarde, mientras trabajaba en el ordenador, hablé con mis hermanas por el msn; iban camino al supermercado junto a mi madre, por lo que surgieron los temas relacionados a los "grandes viajes con mami al supermercado", y entre mensaje y mensaje, me enviaron esta foto.
Durante muchos años fui la compañera de aventuras de mi madre, dentro de este gran establecimiento; tendría yo entre 12 y 15 años, cuando me tocaba acompañarle a realizar la compra del mes. Este "viaje" lo hacíamos un sábado al mes; El supermercado nos quedaba justo enfrente; en ese entonces, vivíamos en la Av. 27 de Febrero, esq. Av. Abraham Lincoln, donde está hoy Lincoln Center. Partíamos juntas, hacía el otro lado de la calle, mas o menos a las dos de la tarde, yo sabía a la hora a la que llegaba, nunca a la que saldría de allí.
Nuestro recorrido empezaba por el pasillo de los panes, mami miraba y miraba cada bolsa, cada marca, cada precio, y, al final terminaba escogiendo uno, dos o tres, depende, que según ella estaban mejor que todos los otros; en este mismo pasillo estaban los enlatados: latas de habichuelas, maíz, guandules, etc., iban entrando al carrito de seis en seis, eso sí, las de más atrás y que no estuvieran abolladas. Seguíamos el recorrido en este mismo pasillo, donde casi al final estaban los tomates, plátanos, zanahorias y al final la leche: "Mari, coge doce contenes de leche...."; aquí, mientras yo entraba la leche, ella estaba un buen rato escogiendo los mejores tomates, zanahorias, etc...., en cuanto a los plátanos, no importa la cantidad que hubiese en el lugar, ella los miraba todos, los observaba todos e iba escogiendo, uno a uno, los más grandes y bonitos, hasta llegar a cien; si tenía que "emburujarse" con una mano de plátano, porque ésta tenía un plátano más pequeño, o por el contrario, tenía un hermoso plátano verde, que bien podría posar para un bodegon, la lucha siempre la ganaba la mami, ya sea para apuntarle el diminuto plátano o para que el grande y hermoso entrará en el carrito de "Doña Yolanda". Así, en este pasillo, nos servíamos de las mejores verduras y las mejores frutas y tubérculos.
Nuestro recorrido continuaba, por los diferentes pasillos, y nuestro carrito se iba llenando de jugos, leche, ketchup, mayonesas, papel sanitario, etc., suficiente para un mes y para cuatro adultos y tres niñas; para cuando llegábamos al área de los huevos, nos encontrábamos en la mitad de nuestro recorrido, y estábamos justo antes de llegar a las carnes; aquí también nos tomábamos gran parte del tiempo: No cualquier huevo era digno de ocupar un lugar en el carrito de mi madre, por lo que ella se paraba, y mientras yo observaba, ella iba haciendo un nuevo "lay out" con los paquetes de huevos, ella, entre tooooodos los cartones de huevos, escogía los mas grandes y los más limpios; lo dicho, no cualquiera podía llegar al carrito de la mami, creo que por esto es que, años mas tarde, en el SN decidieron cerrar los cartones de huevos de manera que ninguna Doña Yolanda hiciera de las suyas en este lugar.
Para este momento, ya el carrito desafiaba peligrosamente la gravedad, pero no habíamos llegado al momentazo carne: Era aquí cuando mami me decía: "Teresa, ve y busca otro carrito", y empezaba la maravillosa aventura de ver cómo ella cogía cada paquete de carne, y bajo no sé bien que concepto, iba poniendo dentro: pecho, roti, carne de bola, bistec, chuleta, costilla, pollo entero, por partes, pechuga de pollo, mulos de pollo, carne molida y sin moler; en fin carne de todo tipo y la mejor de todas, así el segundo carrito, en cuestión de mas o menos una hora, estaba casi en las mismas condiciones que el anterior: desafiando las reglas de la gravedad.
A estas alturas, ya estaba cansada, eran casi las seis de la tarde, pero faltaba el momento queso-jamón; aquí íbamos al área de "Delicatessen", esperábamos nuestro turno, y: "2 libras de jamón cocido El Caserio, y dos libras de queso Gouda Danes, en lonjas, por favor", esto nos tomaba, mas o menos media hora, en lo que llegaba nuestro turno y en lo que nos despachaban.
Ya el "paseo" por el super estaba llegando a su fin. Sólo nos quedaban unos pasillos en los que nos deteniamos mas a ver que a comprar. Para cuando llegábamos a pagar, eran alrededor de las ocho de la tarde, y yo estaba realmente cansada, era cuando, entonces, ella subía a la panadería y compraba un ciento de churros, que era el premio para el que había estado con ella y para los que quedaban en casa y que luego tendrían que colocar la pequeña gran compra que habíamos hecho durante toda la tarde de un hermoso y soleado sábado.
Antes de pagar, ella avisaba al Señor Alvarez, que le mandara a buscar el saco de arroz y el saco de patatas, que previamente había mandado a empacar cuando llegamos a las dos de la tarde. Aquí comenzaba otra aventura, porque ella y el o los muchachos que empacaban tenían que trabajar hombro con hombro: "el pan para el final; los huevos, no se te vayan a romper los huevos, muchacho que te mato; los tomates, que no se machuquen los tomates; espera, eso ahí, no!, pon esto allí y aquello aquí,....en fin, que siempre le tuve una profunda admiración a estos empleados, porque a mí, sinceramente, me ponía de los nervios, alguna vez temí que alguno de ellos le fuese a decir algo; pero eran buenos, y creo que le llegaron a cojer cariño.
Había llegado el gran momento de entrar todo eso en el coche, un Chevy Nova del 68 (nada pequeño), esto se convertía en otro nuevo desafío, porque a decir verdad, necesitabamos una camioneta, pero ella hacía magia y todo entraba en nuestro "Bartolo", eso sí, llevábamos bolsas hasta en la cabeza; yo iba sentada pegadita a la puerta, con los cartones de huevos en las piernas, respirando lo justo, para que no se fuera a romper ningún huevo, y porque si respiraba profundo, era capaz de salir disparada por la puerta, que ya habíamos cerrado con bastante trabajo, porque lo que no cabía en el maletero, iba delante con nosotros.
Para cuando salíamos del super, eran las ocho de la tarde, y todavía faltaba desmontar la compra, que por menos tiempo que nos llevará, también nos tomaba un buen rato. El colocarlas en su lugar era cosa de "ellas", ahí nunca me metí. Sólo sé que teníamos dos neveras y dos congeladores, y cual de los dos estaba mas lleno. De hecho, hoy no abro mucho la nevera de mi casa, porque, creo que he quedado "chocada", porque en aquellos tiempos no abría la de casa de mi madre, pues había que mover tantas cosas, que mejor no tomaba agua ni comía nada. La despensa siempre estaba llena de de todo, en grandes cantidades. La verdad es que eramos muchos, pero también siempre fueron tantito exageradas, producto de una mezcla jugosa de una italiana y un gallego, que a cual de los dos le gusta más comer bueno y mucho.
En estas tardes de supermercado, más de uno se quedaba patidifuso viendo la cantidad de comida que llevábamos; hubo alguno, que incluso, llego a preguntarnos que si teníamos un negocio, a lo que mami le dijo: "No, doña, eso es para mi casa. Pero, para que tengan una idea más clara, si es posible, de este asunto: cuando aún viviamos en la Calle Santome, e íbamos al SN de "La Mella", que nos quedaba, también al cruzar la calle, era yo muy pequeña, y mis hermanos estaban en edad de compotas o potitos (como dicen por estos lados), mi madre compraba tres cajas de 24 de las mismas: 24 de frutas, 24 de verduras y 24 de carnes....¿podía un niño de esa edad engullir tanta cómpota???.....No lo sé.
En una ocasion, en una amaneza de ciclón, un periódico le tomo una foto y la sacó, en primera plana, poniendo a pie de foto: "Aquí una muestra de cómo se abastece la gente ante la amenaza del Ciclón X", y salia mi madre detrás del carrito y lo primero que se podía ver era una gran lata de leche en polvo marca Nido"; lo que no corroboro el periodista fue que esta Señora no se estaba "abasteciendo" para el ciclón, estaba haciendo la compra normal de su casa. Hablando de ciclones, cuando uno de estos amenazaba con tocar la isla, ella misma se encargaba de llamar a "las muchachas", sus primas, para decirles que no fueran a comprar nada, porque: "yo hice la compra el sábado, y tengo el frizer lleno de carne y la despensa llena de latas". Osea, antes que el ciclón se formara, ella ya estaba preparada......
.....Flobre no entiende muy bien porque a mi no me gusta hacer la compra, cuando para la mayoría de las personas esto es una aventura, pero yo es que ese tipo de aventuras ya las viví, y lo mío fue "aventura extrema". Ya las cosas han cambiado mucho, ya no somos tantos, y ya no hay tanto lugar donde guardar tanto alimento, ya no vivimos en la "la casa grande de la Lincoln", ahora viven en el apartamentico de la Jose Contreras; la compra ha bajado bastante, pero igual sigue siendo un verdadero "pasa tarde" ir con mi madre al supermercado, ya no voy yo, les dejé este pasa tiempo a mis hermanas.
Es bueno aclarar, que cuando a mi o a alguna de mis hermanas nos mandan a comprar plátanos, aguacate, tomates, patatas o cualquier cosa que no venga previamente empacada, nunca lo encontramos, no porque no haya, sino porque ni nos acercamos a buscarlos; y es que nunca lo compramos a gusto de ella: "eso esta muy chiquito"; "¡te engañaron!"; "¡jmmm, si soy yo no compro eso..."; en fin que mejor no compramos nada y le decimos: "....fuimos y no había nada de nada...." y nos evitamos el momento, "Yolandita".....
En honor a los días en que me tocó ir de compras con mi madre, puede que en este relato me haya quedado corta en alguna ocasión, o bien haya exagerado lo mio; recuerden que ya han pasado años desde aquello, era yo muy pequeña, y las cosas vista desde los ojos de una niña, siempre son más grandes o más difusas.
Gracias, Angie y Tita, por enviarme la foto, porque me hizo volver a "aquellos maravillosos años" cuando me tocaba "¡¡¡Tarde de super con mami!!!"; y un beso para, mi Yolandita, quien alguna vez llegó a sentarme por un bajón de azúcar, en una de estas tardes. Recordar es volver a vivir!!!!....
....Hasta la próxima!!!

domingo, 17 de enero de 2010

Un día de lluvia en la memoria.....

Aún recuerdo aquel día, y pasarán muchos años antes que se me borre de la memoria; estará ahí grabado con fuego, creo, hasta el fin de mis días. Ya era la hora, ya todo estaba empacado, ya los niños estaban listos y ya los coches esperaban fuera, todo estaba listo; todo, menos yo…. No estaba preparada para tomar ese avión, dejaba muchas cosas atrás, mi vida entera, personas a las que necesitaba y a las que amo; atrás dejaba a mis padres, mis hermanas, sobrinos y todo lo que habían visto mis ojos hasta ese momento. Dejaba atrás 35 años. Recuerdo que de camino al aeropuerto me tocó ir con mi hermana en su coche, íbamos la pequeña y yo; comenzó a llover fuerte, tan fuerte que me dije: y si no podemos despegar, y si se suspendiera el vuelo. Seguía absorta en mis pensamientos mientras mi hermana me hablaba de no sé que tienda de ropa, aquí en España, mientras, yo seguía pensando: "si se cancela el vuelo, ni Dios hace que me vaya de aquí". Me agarraba a cualquier cosa, fe, esperanza de que no pudiéramos marchar, de que nunca subiéramos a ese avión. Llegamos al aeropuerto, y los minutos pasaban, mientras yo pedía un milagro, que se detuviera el tiempo, que cancelaran todos los vuelos, que mi pasaporte estuviera vencido; que se yo cuantas cosas pedí, pero el momento se acercaba irremediablemente. Ya nos habíamos hecho el check in, y solo faltaba pasar la puerta de migración. Recuerdo que la última persona con la que hable fue con el tío Mundo, me despedí entre lágrimas y terminé la llamada. Me abrazaba a los míos buscando que no me dejaran marchar, esperando, vuelvo y repito un milagro. Había llegado la hora, me despedí entre sollozos, me dejé registrar llorando, embarqué llorando y estuve ocho horas de vuelo llorando, pidiendo fortaleza y tratando de entender, aceptar y asimilar lo que estaba sucediendo. Cuando llegue a Madrid, ya estaba mas tranquila, resignada diría yo; aquí tocaba hacer el transbordo hacia Asturias, donde me esperaba “mi familia”. Cuando llegué a Asturias, ya de camino a la casa materna de mi padre, mi destino final, tuve la terrible sensación de ser muy pequeña en un país muy grande y de estar muy sola.
Llegamos a la casa paterna y me recibieron con los brazos abiertos, me abrieron las puertas, esas misma que luego cerraron. Fueron días muy difíciles, fueron momentos muy delicados, lloré y lloré y lloré, y todavía sigo llorando, ya no tanto, ya no tan frecuente; ahora entiendo a mi abuelo y a mi padre, cuando viendo una noticia de su país, se le cristalizan los ojos por las lágrimas.
Aún sigo sintiendo que este país es muy grande y que sigo muy sola; aún sigo teniendo la sensación de que, tal vez, nos equivocamos al dejar tanto atrás; aún sigo pensando que, quizás la solución era otra; pero aquí estamos y es inútil vivir en el pasado, debemos mirar hacía adelante y avanzar con pasos firmes; es lo que trato de hacer cada día desde entonces. Tengo a mis hijos, y tengo a Flobre, ellos son mi vida, mi todo, la razón de todo, los que hacen que me levante cada mañana y mire al sol; pero debo decir que si tuviese la oportunidad de cambiar los hechos, sin duda lo haría. Salimos buscando un futuro mejor para nuestros hijos, y lo hemos conseguido, mentiría si dijera que no; pero en el camino dejamos lo verdaderamente importante: el cariño, el calor, los amigos, la familia. En honor a aquella tarde, en la que me despedí de los míos.....

miércoles, 13 de enero de 2010

Hubiese escrito de no haber sucedido???

Esa es la pregunta: si hoy, yo, hubiese dedicado un espacio de mi blog, si no me hubiese levantado con la trágica noticia y las fotos terribles del terremoto que ha devastado a nuestro vecino Haití. Espero que ustedes contesten a mi pregunta, pero ya les digo yo que no; porque de no suceder esto, todos, ustedes y yo, seguiríamos mirando hacía otro lado. Hoy estamos todos, países, personas, amigos, conocidos y desconocidos, volcados en Haití. Hoy, porque podemos ver sus pérdidas; pero es que Haití siempre ha necesitado de nosotros, de todos esos países que miran hacía otro lado, y que se pasan esta terrible situación sin enfrentarla, como si fuera una patata caliente.
Son nuestros vecinos, y nos necesitan, y siempre lo hemos ignorado. Tiene que suceder algo así para que vayamos en su auxilio. Díganme qué hacemos cuando vemos a una madre haitiana, con un niño en brazos pidiendo en un semáforo; o cuando vemos a los braceros haitianos trabajando bajo un clima inclemente, siendo explotados y viviendo de forma infrahumana. Soy tan culpable como los demás, porque lejos de hacer algo al respecto, por pequeño que fuera, sólo he sabido decir: "pobre....", y eso, señores, no sirve de nada.
El pueblo haitiano nos necesita, necesita del mundo, pero no hoy o mañana, nos necesitó ayer, antes de ayer, mañana y nos seguirá necesitando cuando el boom de la noticia pase, y cuando otra venga a ocupar su lugar en los periódicos. Nosotros volveremos a lo mismo, y las naciones volverán a mirar para otro lado, y a pasarse la pelota como si de un juego de pimpón se tratara.
Una cosa mas, y ya para terminar, a pesar de su color, de su cultura y su religión, son iguales a nosotros, con las mismas necesidades de ropa, comida y techo; también luchan por sus hijos y sus viejos; también emigran a otras tierras buscando un futuro mejor, igual que yo, igual que lo hicieron mis ancestros, igual que lo harán otros.
Hasta la próxima.....

lunes, 11 de enero de 2010

El dominicano tiene un brillo....

.....y un agujero en el bolsillo, pero es feliz y se la busca como "lo toro", expresión, ésta, muy dominicana. Estas fotos siguen enriqueciendo las imágenes de Mi Navidad dominicana; esto es cerdo en puya, lo que nunca puede faltar en nuestra mesa en Navidad, y no se imaginan los que no han tenido el gusto de probarlo cómo sabe, tiene todo el sabor de nuestra tierra. Gracias Wanda por seguir enviándome este tipo de imágenes, a través de ellas vuelvo a mis calles, a mi vida y a mi gente; vuelvo a vivir, vuelvo a sentir la sal, el merengue y el rojo, azul y blanco de mi bandera.
Por mis calles, por mi gente, por mi tierra....

Cerdo en puya, en la parte de atrás de una camioneta.Listo para ser comercializado, sin control de calidad, ni de sanidad.........pero igual nos lo comemos y seguimos vivos!!!!

Aquí está el cerdito.....y bueno que sabe!!!!

sábado, 9 de enero de 2010

Las mantas de mi abuela.....

Mi vida, como la de todos, esta llena de recuerdos, algunos buenos, otros no tantos. Hoy, mientras mirábamos la tele, nos entró frío y nos tiramos las mantas encima; esas mismas mantas que hace mas 20 años tejió mi abuela. Recuerdo claramente verla muchas tardes, sentada en su enorme mecedora de cahoba, frente al televisor del comedor con sus dos agujetas, haciendo magia con las madejas de hilos de lana; quien iba a mi a decirme, que esas mantas que ella se sentaba a tejer todas las tardes, con toda la paciencia que este tipo de oficio conlleva, me quitarían el frío del duro e inclemente invierno, 20 años después y a miles de kilómetros, en el tiempo y en la distancia, de aquel lugar. Me las traje en el verano del 2007, cuando estuvimos de vacaciones, y, sin preguntarles a mis hermanas, por temor a que no estuvieran de acuerdo las metí en mis maletas, porque estaría segura, que el calor de sus hilos y las manos de quien las tejió me protegerían del frío de esta tierra.
Ahora, cuando tengo frío y me arropó con ellas, siento como si su cuerpo me abrazara; vuelvo a ser aquella bebe que ella sostenía en sus brazos para darle de comer; o la niña a la que sentaba en sus piernas y le cantaba canciones y le contaba historias fantásticas; o la adolescente rebelde, a la que le llevaba cada tarde a su mesa de estudio un vaso de leche, para que no fuera a enfermarse. Son tres mantas, más largas que anchas, y de varios colores, no sé si están bien hechas o no, para mí no hay mejores y mas guapas en el mundo; en casa, todos nos peleamos por ellas: Flobre dice que las tejió su abuela para quitarle el frío, mis hijos dicen que las tejió su bisabuela para que ellos no pasarán frío, y yo sólo digo que las tejió un ser muy especial que siempre ocupará un lugar especial en mi corazón…..
Hasta dentro de nada.

jueves, 7 de enero de 2010

Un día de reyes de un año cualquiera.....

Hace unos días, mientras buscaba en las tiendas los regalos de reyes para mis peques, me vino a la memoria un día de reyes cualquiera de mi niñez, creo que uno de los últimos que disfruté a pleno pulmón. Ese año nos habían traído de regalo, a mi y a mi hermana Angie, una enorme pelota y una muñeca de trapo; no fue mucho, quizás, pero recuerdo que vivíamos en la casa de la Lincoln, y a media mañana llegaron mis primos Tony y Leandro, mas atrás llegaron los demás primos, Purita, Mundito y Evelyn, que junto con nosotros, Angie, Lourdita y yo (no logro recordar si Ninin aún estaba entre nosotros, si alguno recuerda este día, por favor me lo hace saber), formamos una buena piña de críos; recuerdo que jugamos todo el día en el jardín, mientras nuestros padres nos observaban desde la galería; comimos cualquier cosa a cualquier hora, y pasamos uno de los mejores días de toda mi vida; la mayoría eramos niños grandes, es decir, la mayoría sabíamos quienes eran los reyes, pero eso no nos importó para, ese día divertirnos como enanos.....
Esta mañana, mientras nos comíamos el roscón de reyes, les contaba a mis hijos de aquellos días de reyes, cuando, no importando la edad, aún hacíamos nuestras cartas, y no sabíamos lo que nos dejarían estos seres mágicos (papá y mamá) debajo del árbol. Recordé, de manera especial, aquel año en el que mi hermana y yo, ya niñas grandes, mas bien jovencitas, le pedimos un radio de última generación, a lo que nuestros padres nos dijeron: "ooooooh si, como no!!!!....."; desde ese momento comenzó una campaña agresiva "pro-radio para Mari y Angie" que consistía en dejarles notas a papi y a mami por todos lados: en las gavetas, en los armarios, entre la ropa, pegado a la pasta de dientes, en la despensa.....cualquier lugar fue bueno para dejar una nota. El día de reyes llegó, y a la mas pequeña de la casa, Lourdita, le dejaron un columpio en el jardín que parecía sonreír y decirle: "ven que soy tu regalo de reyes!!!!", ella, Tita al fin, no sabía que hacer, quería hacer tantas cosas a la vez, que la emoción y los nervios no la dejaron moverse; Angie y yo nos miramos y nos dijimos, esto no puede ser, no puede ser que a nosotros no nos hayan traído nuestro radio. Papi, mami, tía y abuela, estoy segura que disfrutaron cada expresión de nuestro rostro, y luego de haberse regocijado por unos minutos de nuestros inocentes rostros, comenzó su particular venganza, nos dijeron: "vayan a ver detrás del mueble a ver que encuentran....."; detrás del mueble había una gran caja envuelta en papel rojo, la destapamos con muuuuucha ilusión, y qué encontramos?, una nota que decía: "vayan a X sitio de la casa y busquen allí...."; así comenzó una laaaarga cadena de lugares y notas y cajas vacías envueltas en regalo y con una nota dentro que nos mandaban de un lugar a otro de la casa, unos detrás de otro, hasta que, después de haber subido y bajado escaleras; haber salido al jardín, al patio; después de haber buscado detrás de cada mueble, en la nevera, detrás de cada árbol (y anda que no habían árboles y plantas en la Lincoln), recibimos nuestro esperado y soñado "Olenario", nuestro radio, el cual fue bautizado desde que lo tuvimos en nuestras manos (el nombre tiene su historia propia, pero esa la contaré mas adelante). No sé si todavía está, sólo sé que por nuestras manos pasaron varios después de él y mas modernos, y mas guapos, pero él siempre se quedó ocupando su lugar: la mesa de noche que estaba entre nuestras camas; cuando me casé me lo llevé conmigo, estuvo conmigo hasta hace muy poquito; y no lo tiré no, no tenía corazón para hacerlo, pero hoy hago memoria y no recuerdo donde quedó.
Así, mientras desayunabamos, fui recordando, como flashes que llegaban a mi memoria, distintos momentos en mis días de reyes junto a mis primos: el carro de Swat de Tony; el Falcón Milenium de Mundito; la casa de Barbie de Evelyn; las pulseras de distintos colores, que formaban un semanario, que me dejaron en casa de mi madrina; los cestos para la costura y la cartera de piel que me dejarón en casa de la güela; las pelotas que repartían en la puerta de Casa de España y que recibíamos llenas de ilusión junto a Pily, Mily y Cely; o aquel día en el jardín de la Lincoln, cuando, con una pelota gigante y una muñeca de trapo nos pasamos horas y horas jugando todos juntos.
Feliz día de reyes, nos veremos prontito......

domingo, 3 de enero de 2010

Lo que pido a los Reyes Magos.....

Nos dice la palabra, que tres sabios, siguiendo una estrella, se dirigieron al portal de Belén, donde había nacido el Niño Dios y le llevaron de regalo: oro, incienso y mirra. Desde hace mas de un siglo, nuestros niños celebran este día con regalos, que por su inmensa bondad y debido a su condición de "magos" les dejan al pie del árbol de navidad y delante de su cama estos tres sabios; los niños esperan con ilusión este día, les escriben sus cartas y les dejan galletas y refrescos la noche anterior, para que no se vayan sin comer nada; marchan mas temprano que nunca a la cama y se despiertan casi de madrugada para ver sus regalos; es la noche mas emocionante de sus vidas, y les da trabajo conciliar el sueño por la curiosidad que les invade de qué les traerán este año los reyes, todo dependerá, claro está, de cómo se hayan portado. Pero no importa lo caprichosos que hayan sido, cuántas veces hayan mentido, si aprobaron o no en el cole, si fueron obedientes, si se bebieron toda la sopa o se comieron toda las verduras; nada de esto importa, porque los regalos siempre amanecen, en las camas, el salón, el balcón, en fin cualquier lugar de la casa es bueno para que los reyes dejen un regalo.
Yo, fui una de esas niñas, que escribió cartas, buscó hierba para los camellos y les dejo algo de comer a los reyes; procuraba portarme bien, por lo menos los quince días previos al 5 de enero, y me iba a la cama pronto en la víspera del día reyes y me levantaba muy temprano el día 6, aún recuerdo la alegría, la ilusión y la magia con la que abría todos aquellos regalos; yo fui una niña privilegiada que recibió una cantidad incontable de regalos en este día tan especial. Pero me fui haciendo grande, y ésta ilusión a una niña grande no se le está permitida, porque eso es sólo para los niños pequeños; empezó a desaparecer la magia de ese día, y aunque seguí recibiendo regalos, los abría como quien abre un presente el día de su cumpleaños, ya no con la misma ilusión....
Hoy tengo 40 años y dije que iba a escribir mi carta a los reyes magos, un poco porque quiero recuperar esa inocencia y esa ilusión de cuando era niña; quiero dejar, por un día, de ver la vida con el pesimismo que nos inyectan los telediarios y las noticias, que no auguran buenos tiempos: el paro sube, la economía no acaba de arrancar, accidentes, muertes, bombas, secuestros, etc. hacen que dejemos de ver el vaso medio lleno y lo empecemos a ver medio vacío. Quiero, sólo por unas horas, sentir que sí que los reyes vendrán y me traerán todo lo que yo les pida, porque me he portado bien y he sido una niña buena y obediente. Quiero, por sólo un día, ver el mundo como lo ven los niños, un lugar cubierto de un cielo azul lleno de nubes blancas que forman hermosos animales....
Yo ya hice mi carta a los reyes, y además de la lista de cosas personales y materiales que quiero: un perfume, un bolso nuevo, un reloj plateado, ropa interior, etc.; pido también, que el año que viene, justo cuando me toque volver a hacer mi carta, estar justo como hoy: en casa junto a mi esposo y con mis hijos jugando y alborotando toda la casa; que tenga que reñirles mas de una vez, porque eso significa que están vivos y llenos de salud; que tenga que separarlos porque se estaban peleando, porque eso significa que siguen jugando juntos; que tenga que levantarme a cocinar porque eso significa que podemos compartir un pedazo de pan en familia; pido recibir un beso y un abrazo de mis hijos cada mañana; pido seguir escuchando desde sus camas: "que durmáis bien y que sonéis con los angelitos", luego de una larga sección de abrazos y besos que indican que ya van a dormir; pido seguir escuchando de labios de mi esposo, que me sigue queriendo como el primer día y que sigo siendo igual de hermosa que cuando me conoció, a pesar de los años, las canas y los kilos de mas; pido poder seguir contando con él y que él cuente conmigo; pido poder seguir extendiéndole mi mano, para que nos podamos sostener uno al otro; pido celebrar juntos cada cumpleaños, cada aniversario, cada fecha importante, incluso con los que se encuentran lejos; pido, que un día como hoy, dentro de un año, pueda estar haciéndole mi carta a los reyes magos, sentada y tranquila de saber que los míos están bien y seguimos unidos.....
Feliz día de reyes, y espero se hayan portado bien, para que les traigan todo lo que desean, aunque no lo hayamos puesto por escrito.

viernes, 1 de enero de 2010

Imagenes de "Mi Navidad dominicana...."

Los tarantines de mi ciudad....
En unas de mis entradas anteriores, esa que cuenta de las Navidades de mi niñez y de mi tierra, hablo de aquellos tarantines que iban amaneciendo poco a poco en las calles de mi ciudad, los cuales estaban llenos de uvas, peras y manzanas colgando de una forma que siempre llamó poderosamente mi atención; hablé de los olores entremezclados de mis calles a dulces, pólvora y frutas, desprendidos de esos tarantines y de la diversidad de sus colores. Me encantaban estos tarantines, el sonido de las herramientas cuando eran construidos a primeras horas de las mañanas, y que me anunciaban que ya la Navidad estaba llegando.
Esta foto me la enviaron unas amigas, que al viajar de Azua a Santo Domingo, vieron uno de estos tarantines que yo había descrito, y se acordaron de mi. Según sus propias palabras, al verlo una de ellas dijo a la otra: "Mira, como lo describió Mari en su blog!!!.....", entonces, ésta hizo al esposo detener el coche para tomar una foto y enviármela, para que yo vea que si que se acuerdan de mi, y que si que me siguen a través del blog. Prometí publicarla, y prometí dedicarle una entrada a esta maravillosa foto, y no se lo prometí solo a ellas, me lo prometí a mi misma, porque son mis tarantines, porque es exactamente como lo recuerdo y me hace volver a mis calles, a mi Navidad, a mi niñez. Gracias Wanda; gracias Dhara, gracias por leerme; gracias por sus maravillosos comentarios, y les doy las gracias a ellas, como se las doy a todos y cada uno de los que dedican unos minutos de su tiempo a leer lo que un corazón lleno de nostalgia decide plasmar en una página de un blog: a mi familia, a mis hermanas, a mis amigos, porque sin ellos no estaría llena de recuerdos y de nostalgias y sin recuerdos y nostalgias sería imposible poder escribir y transmitir.
Sigan enviándome fotos de esas que hablan con imágenes lo que yo describo en palabras, y sigan escribiendome sus comentarios, me gusta leerlos, porque me siento mas cerca de todo.....
Besos y abrazos a todos, nos vemos prontito.
Wanda, Cristina y Dhara....amigas de siempre
y tres de las muchas amigas que me siguen a través del blog.
Gracias por enviarme la foto y gracias por tenerme siempre presente....