Hoy, mientras comiamos una comida típica de mi Quisqueya, no pude evitar trasladar mis recuerdos y verme sentada en la mesa en casa de mis suegros, y volver a vivir, por un instante, aquellos días en los que veía disfrutar a mi querido Don Flobre de su plato de arroz con abundante habichuela y ricamente “salciao’” con salsa de carne guisa’. Sentí nostalgia, primero porque aquellos días han quedado atrás y luego porque ya mi suegro no está.
Cuando marché no imagine que jamás volvería a encontrarle, porque cuando regresé aquel verano, de aquel viejo lleno de vida no quedaba nada, había iniciado el camino a un largo viaje del que nunca regresaría. Me quedé con el deseo de comer concón con habichuela junto a él; de compartir una Presidente bien fría en la galería de su casa, comprada especialmente para “mi nuera”; me quedé con el deseo de verlo reñir como lo hacía antes. No encontré a mi Don Flobre, encontré lo que había dejado de él la enfermedad; bastarón dos años, sólo dos años. cuando lo vi, pasaron tantas cosas por mi cabeza: las fiestas, las tardes en su casa; mis sueños de ver a mi hija bailar un merengue con él en sus quince años...
Don Flobre era un ser muy especial, una de esas personas con un gran corazón, a la que es muy fácil tenerle mucho cariño; fue el único de mi familia política que vio más allá del físico, o de lo que pudiera ofrecer; siempre me demostró que me quería, aún cuando yo hiciera mis berrinches de niña malcriada, o a pesar de no estar de acuerdo conmigo. Siempre dijo que era como su hija, y así me trató, como padre a hija, que a pesar de sus muchos errores no le niega la palabra, ni deja de darle un beso y un abrazo del todo sincero.
Se me fue, y aún cuando estuve allí para verlo partir, creo que le volveré a encontrar, cuando vuelva a mi país, esperándome en su galería, dispuesto a darme uno de esos abrazos grande, sincero y lleno de amor.
Hablar de Don Flobre es hablar de honestidad, de valores, de pulcritud y de amor para los que les rodeaban. A Don Flobre le encantaban las Navidades, los cumpleaños y los brownnies; disfrutaba como enano de un día de reyes junto a sus nietos, y de una siesta en una tarde cualquiera.
Trato de que mis hijos nunca le olviden, porque es un abuelo al que ningún nieto debería olvidar, pero es difícil, eran muy pequeños. Yo por mi parte, siempre le diré lo bueno y maravilloso que era, y siempre sabrán que para mí fue el mejor suegro que me pudo tocar.
Doy gracias a Dios por darme la oportunidad de conocer a una persona como él, que junto a mis padres, forman los pilares de lo que soy hoy en día.
Siempre le llevaré en mi corazón mi querido Don Flobre…
3 comentarios:
Solo me toca decir, felicidades por haver tenido un suegro asi, y a ti por recordaarlo con tanto carino.
Felicidades!!!!
Ana
Correcion "haber tenido"
Me gustaria tener su permiso para publcar sus articulos, en la revista digital Sembrador Mañanero , perteneciente a la ONG Sembradores Sin Fronteras y tambien poderlos publicar en radio sembrador y Huellas de la Sioembra..espero con beneplacito su respuesta, Que Dios la siga bendiciendo cada dia , como lo ha hecho hasta hoy.
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