jueves, 7 de enero de 2010

Un día de reyes de un año cualquiera.....

Hace unos días, mientras buscaba en las tiendas los regalos de reyes para mis peques, me vino a la memoria un día de reyes cualquiera de mi niñez, creo que uno de los últimos que disfruté a pleno pulmón. Ese año nos habían traído de regalo, a mi y a mi hermana Angie, una enorme pelota y una muñeca de trapo; no fue mucho, quizás, pero recuerdo que vivíamos en la casa de la Lincoln, y a media mañana llegaron mis primos Tony y Leandro, mas atrás llegaron los demás primos, Purita, Mundito y Evelyn, que junto con nosotros, Angie, Lourdita y yo (no logro recordar si Ninin aún estaba entre nosotros, si alguno recuerda este día, por favor me lo hace saber), formamos una buena piña de críos; recuerdo que jugamos todo el día en el jardín, mientras nuestros padres nos observaban desde la galería; comimos cualquier cosa a cualquier hora, y pasamos uno de los mejores días de toda mi vida; la mayoría eramos niños grandes, es decir, la mayoría sabíamos quienes eran los reyes, pero eso no nos importó para, ese día divertirnos como enanos.....
Esta mañana, mientras nos comíamos el roscón de reyes, les contaba a mis hijos de aquellos días de reyes, cuando, no importando la edad, aún hacíamos nuestras cartas, y no sabíamos lo que nos dejarían estos seres mágicos (papá y mamá) debajo del árbol. Recordé, de manera especial, aquel año en el que mi hermana y yo, ya niñas grandes, mas bien jovencitas, le pedimos un radio de última generación, a lo que nuestros padres nos dijeron: "ooooooh si, como no!!!!....."; desde ese momento comenzó una campaña agresiva "pro-radio para Mari y Angie" que consistía en dejarles notas a papi y a mami por todos lados: en las gavetas, en los armarios, entre la ropa, pegado a la pasta de dientes, en la despensa.....cualquier lugar fue bueno para dejar una nota. El día de reyes llegó, y a la mas pequeña de la casa, Lourdita, le dejaron un columpio en el jardín que parecía sonreír y decirle: "ven que soy tu regalo de reyes!!!!", ella, Tita al fin, no sabía que hacer, quería hacer tantas cosas a la vez, que la emoción y los nervios no la dejaron moverse; Angie y yo nos miramos y nos dijimos, esto no puede ser, no puede ser que a nosotros no nos hayan traído nuestro radio. Papi, mami, tía y abuela, estoy segura que disfrutaron cada expresión de nuestro rostro, y luego de haberse regocijado por unos minutos de nuestros inocentes rostros, comenzó su particular venganza, nos dijeron: "vayan a ver detrás del mueble a ver que encuentran....."; detrás del mueble había una gran caja envuelta en papel rojo, la destapamos con muuuuucha ilusión, y qué encontramos?, una nota que decía: "vayan a X sitio de la casa y busquen allí...."; así comenzó una laaaarga cadena de lugares y notas y cajas vacías envueltas en regalo y con una nota dentro que nos mandaban de un lugar a otro de la casa, unos detrás de otro, hasta que, después de haber subido y bajado escaleras; haber salido al jardín, al patio; después de haber buscado detrás de cada mueble, en la nevera, detrás de cada árbol (y anda que no habían árboles y plantas en la Lincoln), recibimos nuestro esperado y soñado "Olenario", nuestro radio, el cual fue bautizado desde que lo tuvimos en nuestras manos (el nombre tiene su historia propia, pero esa la contaré mas adelante). No sé si todavía está, sólo sé que por nuestras manos pasaron varios después de él y mas modernos, y mas guapos, pero él siempre se quedó ocupando su lugar: la mesa de noche que estaba entre nuestras camas; cuando me casé me lo llevé conmigo, estuvo conmigo hasta hace muy poquito; y no lo tiré no, no tenía corazón para hacerlo, pero hoy hago memoria y no recuerdo donde quedó.
Así, mientras desayunabamos, fui recordando, como flashes que llegaban a mi memoria, distintos momentos en mis días de reyes junto a mis primos: el carro de Swat de Tony; el Falcón Milenium de Mundito; la casa de Barbie de Evelyn; las pulseras de distintos colores, que formaban un semanario, que me dejaron en casa de mi madrina; los cestos para la costura y la cartera de piel que me dejarón en casa de la güela; las pelotas que repartían en la puerta de Casa de España y que recibíamos llenas de ilusión junto a Pily, Mily y Cely; o aquel día en el jardín de la Lincoln, cuando, con una pelota gigante y una muñeca de trapo nos pasamos horas y horas jugando todos juntos.
Feliz día de reyes, nos veremos prontito......

2 comentarios:

Tita dijo...

No recuerdo bien ese día, pero si se que Ninin ya no estaba. Esa noche Leandro durmió en la casa, pero el si sabia quienes eran los reyes, yo aun no lo sabia. En realidad esos días serán inolvidables para todos, creo.
Había olvidado por completo las pelotas en la puerta de Casa de España!!! Me encantaba ir ese día solo para que me dieran la pelota...

Tita

Eigna dijo...

Ah los papelitos, esa fué mi primera campaña de publicidad, los mensajes no eran de nosotras, eran de Trujillo, Al Capone exigiendo a "los reyes" que le dejaran el radio a las hermanas Díaz. Mami todavía guarda esos papeles celosamente.

Los mejores días de nuestra vida. Ninguna navidad se parecerá a esas. ¿Recuerdas cuando Tío José llegaba de Nueva York y salía de migración bailando?... Ay Dios, yo quiero se niña otra vez.