lunes, 15 de febrero de 2010

Las niñas....

Tita, Mari y Angie
Ya crecieron las niñas, ya no van al colegio y ya hicieron sus vidas. Ya no podemos refugiarnos en los brazos de papi y mami, y ya los problemas no son que el papi no nos deja ir a la discoteca con los amigos. Nos separamos, o por lo menos yo me separé, crucé el charco y deje dos terceras partes de una misma materia al otro lado del Atlántico; porque, a pesar de nuestras diferencias, de nuestros pleitos y de nuestras riñas, somos hermanas, y nos complementamos, nos apoyamos, nos protegemos; hay de aquel que se meta con cualquiera de nosotras, que enseguida las otras dos sacan sus uñas. Somos las chicas superpoderosas, los ángeles de Eugenio y Yolanda, las tres mosqueteras, las tres que echaron a Pedro en el pozo, tres gotas de un mismo estanque, tan iguales y a la vez tan diferentes entre sí.
Las niñas pelean, se tiran de los cabellos, se disgustan, y es que somos hermanas; existe un vínculo, un lazo, una complicidad entre nosotras, que ni el tiempo, ni la distancia van a romper.
Angie es la rebeldía, la curiosidad, la creatividad; Angie es mi cómplice, mi amiga, quien me protege; siempre va un paso por delante de mi, me enseñó a ver la vida a través de otro cristal, con ella aprendí que el mundo es de los que se arriesgan y de los que creen en ellos mismos, de los valientes, y que los tímidos no tenemos nada que hacer en él. Fuimos de la mano, caminando una al lado de la otra; iniciamos nuestras vidas al mismo tiempo, juntas salimos a la vida profesional, y juntas nos hicimos madres. Vivimos nuestros embarazos de forma paralela, nos lo consultabamos todo, tanto compartimos, que nuestras preciosas niñas decidieron que ningusa se graduaría primero de madre, así parimos juntas, en distintos hospitales, pero juntas. Su hija es mi hija, y mis hijos son sus hijos, porque es así, porque, para nosotros eso es la familia, eso es la unión, compartir hasta los momentos mas íntimos y personales, una al lado de la otra; aprendimos juntas a ser madres y nos equivocamos juntas, ella lloró mis miedos y yo reí sus alegrías, siempre juntas, siempre unidas, a pesar de que ella era las alas y yo era el miedo a volar.
Lourdita, mi pequeña Tita; Tita es rabicuda, testaruda, con una sonrisa que ilumina el lugar donde está; de pequeña la recuerdo de tres formas: riendo, hablando y chillando; cómo chillaba, tenía un pitido que se metía en lo mas profundo del oído; y hablaba, vaya que hablaba, sino que se lo pregunten a la gallina. De pequeña era mas inteligente que el hambre, mas de una vez nos echo de cabeza a la Angie y a mi. Mi pequeña diablita, aún recuerdo aquel primer consejo, aquella primera charla, como de madre se tratara, con ella dí mis primeros pininos en esta ardua empresa de la maternidad. Creo que Dios me envió una como ella, sólo para mí, porque veo a mi Maruchi y la veo a ella, su mismo pelo, parecido carácter, su mismo galillo y una risa que llena el espacio. La Tita se multiplicó por dos, y se desdobló en un hermoso sol, que al igual que ella, es rabicudo, testarudo, y con una sonrisa que ilumina el lugar; habla, chilla y ríe igual que ella.
Mis hermanas están muy lejos, y las necesito tanto, porque aquí no tengo con quien disgustarme, con quien pelear, con quien tener un punto de desencuentro. No tengo con quien hacer tarde de hermanas, o tarde de hermanas con hijos, o simplemente tardes de no hacer nada, mirándonos unas a otras en el salón de la casa de mami.
Cuánto me gustaría que mis hijos presumieran de esas tías supercojonudas que son mis hermanas. Las quiero mucho pequeñas!!!!

2 comentarios:

http://elsombrerodecambita.blogspot.com dijo...

Esats son mis cuñadas, yo tambien las quiero como hermanas, y aunque no llevo toda la vida conviviendo con ellas, las quiero como si asi fuera.......

Flobre

Tita dijo...

Estas cosas no se hacen...aquí estoy yo en medio del departamento llorando como chiquilina...
Le doy gracias a Dios por las hermanas que me dio, porque más no puedo pedir. Son más que hermanas, como dice Mari, compañeras de aventura...de travesuras y un hombro en el que apoyarse cuando estamos mal. Hemos compartido penas y alegrías siempre una al lado de la otra. No importa que tan lejos estemos, siempre buscamos la forma…O si no averigüen como logramos compartir un 31 de Diciembre desde España a Santo Domingo directo y sin escalas.
Las quiero mucho a las dos!!
Y que decir de mis sobrinos, son mis más grandes tesoros en compañía de mi pedacito de cielo...con ellos aprendí a cambiar pañales, a cuidar peques aunque nos sintamos fatal, a regañar, a consentir…a ser madre.
Los quiero desde que están en la panza de sus madres como si fueran mis propios hijos…
Tita...