domingo, 17 de enero de 2016

Una taza de habichuelas con pan...


Hace unos días, el primer domingo del año para ser exactos, aprovechando los remanentes que aún quedaban del almuerzo de año nuevo, nos decidimos a preparar una comida muy típica de mi terruño: arroz, habichuela y carne, plato conocido como “la bandera dominicana”. Esta vez la carne iba de cerdo, no olviden que estábamos todavía en el recalentao’ de año nuevo. 

Flobre estaba en la cocina, debo decir que él es el encargado del departamento de humo y grasa cuando está en casa, sobre todo si lo que se va a comer es habichuelas o cualquier otro tipo de legumbres, él es el entendido en esta materia culinaria, además le encanta cocinar, dice que le relaja, fíjese usted...

Estaban las habichuelas haciendo “chup, chup” en la olla, y yo, que soy la pinche, me tope con un pan del día anterior, o del día anterior al día anterior, vaya usted a saber, el caso es que pensé en un primer momento untar el pan con un poco de aceite de oliva y ajo y meterlo al horno, pero realmente era poco para cuatro comensales. Al dar la vuelta veo las habichuelas ya casi al punto y me dije a mimisma “mimisma, vamos a comernos ese pan con habichuelas para ir abriendo boca” Acto seguido, busqué un tazón le eche el pan en trozos y un buen poco de habichuelas, y me fui a la mesa, cuchara en mano, a comerme mi “aperitivo” 

Me senté frente a mi taza y cerré los ojos para aspirar su olor. De repente volví a ser la niña pequeña a la que la abuela Pura le daba a las once de la mañana una taza de habichuelas para “que te pongas grande y hermosa...” me decía. 

Me vi sentada en la silla del comedor con mis pies colgando delante de aquella mesa robusta como la abuela, que me quedaba alta. Podía sentir el calor del sol que se colaba desde la azotea y desde el patio interior. Sentía el leve movimiento de las hojas de las plantas que adornaban toda la casa y llenaban el patio y la escalera a un mundo prohibido. Escuchaba el ruido de las ollas en la cocina que parecían mas bien los acordes de una hermosa canción, oía el ir y el venir de la tía y la abuela con el trajín propio de esas horas de la mañana. Podía sentir el olor de la carne y de la habichuela que alimentaban el alma. Por un breve espacio de tiempo volví a sentir la seguridad que me daban aquellas paredes, la certeza de que con aquellas mujeres nada malo podía pasarme, porque eran mis guardianas. Llegué a pensar, incluso, que en cualquier momento llegaría el tío Toño, que subiría las escaleras corriendo sonando las llaves, o que Vanessa tocaría el timbre de la puerta para ir a comer... 

Por un momento deje de ser grande y deje de tener problemas de adultos; por un momento volví a ser la niña rebelde, algo malcriada, caprichosa y muy consentida por su abuela y su tía; por un instante volví a querer subir aquellas escaleras prohibidas por donde se colaba el sol y que llevaban a un mundo maravilloso; por un momento le pedía a mi abuela que me dejara bañarme en la manguera del patio interior; por un momento volví a ser la niña feliz y despreocupada; por un momento... ...

abrí los ojos, y allí estaba yo tan adulta, tan grande, tan llena responsabilidades, frente a una taza de habichuelas con pan. Los pies me llegaban al suelo y la mesa me quedaba a la medida; el sol no se colaba por ningún lado, en cambio, el frío se hacia presente. Mire a mi alrededor, vi a Flobre cocinando mientras maltrataba alegremente una canción que sonaba en la radio, escuche a mis hijos riñendo por cualquier tontería y el olor de mi cocina me llegaba y me alimentaba el alma. Era el trajín propio de esos días y de esa hora, junto a personas con quienes también me siento muy segura, en ese lugar que también es mi fortaleza, sonreí y me di cuenta que también en ese momento soy muy feliz...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Recordar es vivir...y si al volver te sientes igual de feliz, qué más pedir?. Me llegó bien "aentro"!

Wanda Peña

Anónimo dijo...

Recordé a tu papá, con él aprendí a comer habichuelas con pan.

Dhara

Anónimo dijo...

Muy buno Mary, por eso es que recordar es vivir sin dejar de vivir el ahora!!

Un abrazo y Muchas Bendiciones!!!

Glacira Cruz