Ya dije alguna vez que no me gustan las despedidas y que, paradójicamente, mi vida estaba llena de despedidas y “adiós”; ahora voy agregar que tampoco me gustan los cambios repentinos ni las sorpresas “desagradables”, de hecho Flobre dice que algún punto de autismo o Asperger debo tener, porque los cambios me dan vértigo, descolocan mi mundo, me irritan y me ponen de mal humor.
Eso fue lo que sentí una mañana de verano, cuando Santi me comunicó la decisión de nuestro Arzobispo de Asturias. No daba crédito a lo que escuchaba y, durante toda la tarde y gran parte de la semana, sólo podía pensar: una despedida más, otro cambio, otro adiós y el mal humor haciéndose presente y “mi mundo perfecto y organizado” tambaleándose.
Nuestro Santi tiene catorce años en San Martín de Riaño y yo sólo tengo cinco en la parroquia. Cuando llegamos no conocíamos a nadie, sin embargo nunca me sentí extraña dentro de sus paredes. Han sido años muy difíciles en España, porque no es mi lugar, porque no están “los míos”, porque creo que nunca terminará de ser “mi sitio”. Pero llegar a la iglesia es llegar a casa, y sentarme con Santi a hablar es como beber un vaso de agua fresca en medio del desierto. Santi ha sido un guía, un amigo, la mano que te rescata de las arenas movedizas. Le voy a extrañar lo que no me imagino y mis hijos aún tienen la esperanza de que lo inminente no suceda, y es que Santi, nuestro Santi, fue un niño mas entre los niños y uno más entre nosotros. Siempre cercano, siempre cariñoso.
Hoy me doy cuenta que no es un adiós, que siempre será un “hasta luego”, no voy a mentirme, ni mentirle a nadie, siento infinita tristeza por su marcha y un profundo miedo a esta etapa que iniciamos todos. Soy humana y como humana me resisto a los cambios. Pero quiero pensar que todos estaremos bien en este camino: Santi conocerá nuevos feligreses que necesitarán de él para cambiar algunos aspectos y nosotros conoceremos un nuevo párroco de quien aprenderemos y creceremos, también el Padre Luis algo aprenderá de nosotros.
No voy a decir “adiós” porque estoy cansada de las despedidas absurdas de mi vida, hoy quiero decir “hasta luego, hasta siempre querido Santi”. Esta será siempre tu casa, tu parroquia, tus feligreses. Siempre estaremos aquí e iremos allí buscando al amigo, las risa y el cariño.
Mi abuela me enseñó que “Dios escribe derecho en renglones torcidos” y yo no soy quien para cuestionar la voluntad del Señor, que es quien nos conduce en esta vida, sólo puedo aceptarla como buena cristiana y continuar en el camino con una sonrisa y con la mejor actitud.
Gracias Santi, por ser el oído que tantos problemas escuchó, los labios que tantos consejos nos dio y la mano que tanto nos ayudó...
1 comentario:
Amiga, siempre es un pesar tener lejos a alguien tan importante para nosotros como familiares y amigos, y en esta ocacion tu parroco, pero estoy segura que el nuevo parroco vendra con muchas bendiciones para ti y tu familia, SIEMPRE DIOS SABE CUANDO ES EL TIEMPO IDEAL PARA LOS CAMBIOS.
Estoy segura que todo sera para bien.
Ana Ayalibis
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