lunes, 9 de abril de 2012

Pequeñas cosas...


Nos pasamos la vida esperando que nos sucedan grandes cosas; nos pasamos la vida soñando, imaginando, queriendo, buscando; nos centramos en lograr, en tener, en encontrar, sin darnos cuenta que la vida es eso que nos va pasando mientras hacemos otros planes, como dijo John Lennon; no nos damos cuenta que vivir es disfrutar de las pequeñas cosas que nos suceden a diario.

Vamos viviendo el día a día y no nos detenemos a ver el mundo que nos rodea, no nos centramos en lo cotidiano, en lo diario, en lo pequeño, que al final es lo que mas falta nos hace.

Ayer me acordaba de una conversación trivial, sin importancia aparente, hace ya muchos años cuando aún vivíamos en nuestro pedacito de tierra. Estábamos en mi casa la tía Angie, Amelia, Flobre, Maru, Jose y yo; la tía Angie peinaba el pelo de Maru sobre mi cama, mientras yo jugaba con Amelia y Flobre y Jose estaban por el balcón; recuerdo que la tía Angie dijo "Maru, cuando seas mayor nos vamos a acordar de estas tardes que pasábamos juntas, jugando y peinándonos" A esos momentos me refiero, a esos que no duran nada, a esos que parecen no tener importancia, a esos marcan la diferencia en la vida. Hoy, ese instante vivido entre tías y primas es difícil de repetir, difícil de vivir, porque la realidad es la que es y la distancia es la que manda.

Cuando sueño con mi tierra, cuando pienso en mi gente, cuando me acuerdo del pasado, no me vienen a la memoria grandes eventos; son esas tonterías, esos pequeños grandes instantes los que hacen que llueva en el alma.

"Las pequeñas cosas de todos los días, son las grandes cosas que tengo en la vida..." canta Miriam Hernández, y hoy como mañana, cada vez que vuelva al pasado recordaré los paseos en familia, las riñas con mis hermanas, las albóndigas de la tía Lourdes, las tardes de juegos con mis primos, las veces que lloré y las veces que reí cerca de los míos, los refrescos rojos que me tomé, las galletas de soda con café, los viajes a Sederias, los bizcochos de la tía Carmen, las tardes de mi niñez en Villa Duarte, la sonrisa de mis hijos y cada uno de mis sobrinos, los jueves de estreno, las reuniones de familia y la juntadera con los amigos...en fin, esos pequeños instantes, que en su momento, no le damos importancia pero que son los que se quedan en nuestra memoria y a los que solemos recordar y llamamos "felicidad". No se compran, no se venden, se viven, se disfrutan, se recuerdan y, a veces, al recordarlos, se lloran.

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