Eres un enemigo silente que ataca cuando menos se espera. Te acercas y poco a poco vas ganando terreno, hasta que das la cara, hasta que dices, hey, aquí estoy, mirando de frente y metiendo tanto miedo que solo pueden llorar al notar tu presencia.
Eres un cobarde, lo sabes, porque solo los cobardes se apoderan así de sus víctimas. Solo los cobardes como tú, atacan como tú lo haces, en silencio, paso a paso, por la espalda. No das la oportunidad de pelear, cuando te presentas, cuando te dejas ver, cuando permites que se te conozca, ya tienes la sartén por el mango, ya las reglas del juego las pones tú, dejando pocas posibilidades a tus víctimas. Aún así, entre lágrimas, por un instinto de supervivencia que le dice lucha, defiéndete, ella decide dar la cara, envalentonarse, secarse las lágrimas y dar la guerra. Mientras, tú, sabiéndote con el mando, te ríes, seguro de tu triunfo...porque al final, lo más probable es que seas tú el ganador. La mayoría de las veces es así, y lo sabes, y tu víctima también lo sabe, y para que no sea así, tendrá que batallar tanto que, en ocasiones, querrá rendirse, tirar la toalla, porque ya no puede más, mientras que tú, tranquilo y apacible, lo más probable es que sigas ganando terreno, si no por un lado, por el otro. Porque eso sí tienes, te la apañas tan bien, que si no ganas por un lado, jodes el otro.
Eres un desgraciado depredador, que lo mismo te dan las razas, religiones, sexos, que sean niños, adultos o viejos. Lo mismo te da dejar a padres sin hijos, que a hijos sin padres. Atacar, cual hijo de puta, a niños que apenas empiezan, que a viejos que lo que menos se merecen es acabar sus días de esa manera. Te importa poco si es una madre o un hijo. A ti que mas te da, te divierte, te regodeas en su dolor, en su miedo y disfrutas cada estocada, y te vuelves fuerte y te ríes en sus caras.
Eres un cabronazo, y no, no me disculpo, porque eso es lo que te mereces, solo quieres acabar con ella, con tu víctima, de la peor forma posible, humillando, martirizando, y no te conformas con hacerle daño solo a ella, que todo el que esta alrededor, también sufre, también los esclavizas poco a poco y los pones a tu merced, sembrando el pánico en todos.
Desgraciado hijo de puta, a mi me quitaste la oportunidad de un hermano, de verle crecer, de verle reír. También le quitaste esa oportunidad a mis padres, y te odio, no sabes como te detesto, por él, por mi hermano, por mi suegro, por mi madrina, por mi prima...te reíste de ellos, te reíste de nosotros y te sigues riendo de todos, porque al fin y al cabo, todos tenemos miedo, porque no sabemos quién será tu próxima víctima.
Solo espero, algún día, saber que ya no estás, que las noticias digan que, por fin te atraparon y que te tienen encerrado en una mazmorra de la que nunca podrás escapar. Mientras tanto, seguiremos luchando contra ti, seguiremos estando atentos, por si se te ocurre merodear, porque el que seas fuerte no quiere decir que te la vamos a poner fácil. Y Sí, seguiremos luchando, aunque sea por el instinto de supervivencia, y aunque tú ganes terreno y aunque nuestra guerra esté perdida de antemano, iremos a la batalla y daremos la cara, porque no, no te la vamos a poner fácil, ni tus víctimas, ni los que estamos cerca de ellas.
Esto va por todos aquellos que ya no están, por los que me faltan, por los que lucharon y no ganaron, por los que ganaron y por los que hoy, dan la guerra.
2 comentarios:
Nada que añadir!
Ana Maria Herena
Sin desperdicios!! Bravo!!
Nancy Acosta
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