domingo, 22 de julio de 2018

Una tarde de cine...


Ayer fui con mi Maru mía de mi corazón a ver Mamma Mia. Debo decir que Abba nunca ha sido uno de mis grupos favoritos, sus canciones tampoco es que me gusten, algunas incluso me han llegado a cansar hasta el hastío (Chiquitita, por ejemplo) y la primera peli no me gustó ni mucho, ni poco. O sea, ilusión ninguna y expectativa cero. Fui por acompañarla, porque quería ir conmigo, y a mí la única ilusión que me producía este planazo era ir con ella. 

En principio íbamos solas, tarde de chicas; luego Jose también se apuntó, y lo vi como una cita con mis niños grandes. Hacía mucho que no salía sola con ellos, y esta vez no los llevaba de las manos para no perderlos; esta vez, quienes me tomaban de la mano para protegerme eran ellos. Los miraba y pensaba, cómo pasa el tiempo. Los veía y me sentía plena, feliz. Todo era perfecto, pero estaba el tema de la película; aún me esperaba una hora y 54 minutos de aguantar un musical que no me apetecía nada, y me decía a mi misma, mimisma disfruta de tus hijos y de tu tarde con ellos. 

No sabía de qué iba la historia, solo sabía que era basada en las canciones de Abba, como la anterior. Empezó la peli y la primera canción…qué largo se me harían las siguientes casi dos horas, ni siquiera por Pierce Brosnan valía la pena verla, pensé. Me relajé, me resigné, y como todo en mi vida, decidí disfrutar el momento. Porque al mal tiempo, buena cara y una gran sonrisa. Además, mis hijos se la iban a pasar bien, porque ellos sí querían verla, y para mi ya era razón suficiente para estar allí. 

No voy a entrar en si es buena o mala, no soy crítica de cine y hace años que clasifico las películas en sí me gustan o no me gustan, al margen de lo que opinen los demás. No me llevo de los grandes críticos, ni de los “cinéfilos" entendidos en la materia, y mucho menos de las grandes premiadas de los Oscars. Hace años que voy al cine sin ojo crítico, sin fijarme en diálogos, fotografía y actores, para eso ya están los críticos y la academia. Hace años que veo cine para disfrutar, para pasarla bien, no para asustarme, ni para sufrir, ni para tener el corazón en un puño durante el tiempo que dure el film, para eso están ya los periódicos y las malas noticias. 

Reí, lloré, canté, y terminé disfrutando muy, mucho de esa peli que no quería ver, de ese musical que me daba flojera y de esas canciones que me gustaban más bien poco. Y mientras disfrutaba de la historia y de las canciones, pensaba lo maravilloso que había sido dejarme sorprender y me decía que debería dejar de planificar cada paso, dejar de calcular tanto, dejar de organizar, limpiar, arreglar, ordenar, recoger mi mundo para permitirle a la vida que me sorprenda. Porque controlarlo todo, dirigirlo todo, planificarlo todo, es lo que tiene, que no dejas espacio, ni margen para las sorpresas. 

Una salida con mis hijos, una invitación de mi hija, un “sí, yo voy contigo” porque ante todo soy mamá, y una peli a la que no le tenía ninguna gana me hicieron pensar que debo dejarme sorprender mas a partir de ahora, y que a partir de ahora empezaré a dejar mi necesidad de todo perfecto en el camino. Dicen que debemos caminar hacia la perfección, yo llevo caminando en ese sentido toda mi vida. A partir de hoy empezaré a caminar en el otro sentido, para dejarme sorprender un poquito más cada vez. 

Maru me dijo que había leído que Mamma mía, here I go again, era una película que deberían ver madre e hija juntas, esto no lo supe hasta la penúltima escena, y, sin hacer Spoiler, les digo que sí, que madre e hija deberían ir juntas a disfrutar de este musical de historia simple y refrescante. 

Que quede claro que esta es mi opinión, que no tiene que ser la de nadie más, que no estoy recomendando la película, ni siquiera estoy diciendo si es mejor o peor musical que otros. Solo estoy diciendo que, a pesar de mi prejuicio con ella, a mí me gustó, me sorprendió porque no conocía de qué iba la historia y que disfruté de la peli y de una tarde sola con mis hijos, como cuando eran pequeños y me los llevaba conmigo cual mochilita. 

Hasta la próxima...ahora me voy a ver Mamma mía (la primera) con Maru, otra vez.

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