lunes, 8 de noviembre de 2010

Feliz aniversario...

Hace trece años, un día como hoy llegamos por separado, uno y uno, a la iglesia y salimos juntos de la mano, convertidos en uno sólo; hoy sumamos cuatro: cuatro sentados a la mesa, cuatro tirados sobre la cama, cuatro en el coche, cuatro viendo televisión...; Ayer nos dio por recordar, durante el almuerzo, aquel día, fuimos reconstruyendo cada episodio, cada momento, el trajín, la sección de maquillaje, la peluquería, las fotos, en fin, cada detalle me venía a la memoria, al igual que a ti; nuestros hijos preguntaban, nosotros contestábamos.

A mi vino todo aquel año en el que había preparado con ilusión cada momento, porque me había propuesto disfrutar de mi boda desde el mismo instante del compromiso; así mi vestido de novia fue la unión de cuatro o más trajes que Marcio Peña supo a bien combinar; el tocado, el ramo, la decoración, los souvenirs, los centros de mesa, las flores, todo fue escogido con esmero, dedicación e ilusión, porque todo tenía que ser perfecto. No faltarón las discusiones de parejas y las riñas con mis padres, porque no siempre estábamos de acuerdo, pero las fuimos superando una a una hasta llegar al gran día. Recuerdo que cada compra que hacía, por pequeña que fuera, la envolvíamos en papel de boda, para el día antes de casarnos abrir todos los regalos como si lo estuviésemos viendo por primera vez; asimismo, tú cuando viajabas al interior del país, siempre venías con un regalo para nuestra casa, y es que los dos estábamos en la misma sintonía, los dos habíamos esperado aquel momento con la misma ilusión, a los dos nos había tomado tiempo, esfuerzo y lágrimas llegar hasta allí. Aquel año fue especial, lleno de preparativos, pruebas, compras y preparación para el inicio del más grande e importante de los proyectos de nuestras vidas.

Llegó el día mas esperado, llegó el día de la boda y nos fuimos de compra tú y yo, los que sabían que nos casábamos aquel día nos miraban asombrados cuando llegamos a la tienda, se quedaban pasmado con la tranquilidad que tenían los novios, y terminamos comprando una chaqueta y unos pantalones de jean para irme de luna de miel al lugar que yo te había pedido me llevaras, a Orlando, a Magic Kingdom, para junto a ti disfrutar de aquellos parques como niña chiquita. Luego de comprar me llevaste a mi sección de maquillaje y de ahí no nos volvimos a ver hasta que me fuiste a buscar para irnos juntos a la sección de fotos, te veías hermoso dentro de tu trajecito de pingüino, y yo debí verme bien también porque recuerdo tus ojos llenos de lágrimas al verme parada frente a la puerta esperando por ti, te dije: "mirarme bien y disfrutame, porque así no me vuelves a ver jamás"; y es que no era sólo el vestido, el maquillaje, el peinado, también era la ilusión, la felicidad de ver llegar aquel momento tan esperado, tan trabajado y tan llorado. Al terminar la sección de fotos, tocaba irnos a la iglesia, lo único que recuerdo es estar sentada al lado de mi padre en el coche, y de repente entrarme el pánico que no había tenido, ni durante el año, ni durante la semana previa, ni siquiera el día antes; casi empiezo a llorar, cuando papi me sacó de mis pensamientos, pues empezaban a asomar unas gotas de lluvia, yo sólo le dije: "el cielo me está bendiciendo", fue cuando clamé a Dios y le pedí que no me dejara entrar a la iglesia, si esto no iba a funcionar. Pero llegué, y mis miedos se disiparon, sé que vi a mi familia en pleno cuando llegué, pero al que recuerdo es a Tico esperándome antes de entrar a la iglesia, para darme un beso y un abrazo , entonces me sentí segura y entré camino al altar con pasos firmes y feliz de la mano de papi, recuerdo, justo llegando al altar, la cara de mami, que llorando, me mandó un beso desde lejos, lo siguiente fue ver tu cara y saber que todo estaría bien. De la recepción recuerdo sólo momentos contados, cómo flashes, recuerdo llorar abrazada a mi padre cuando me tocó marchar y recuerdo que no recuerdo mucho; llegamos a casa y nos dormimos, pues estábamos cansados y no había luz, además yo me había pasado todo el día con fiebre y al otro día marchábamos de viaje, entonces tocaba descansar.

En la luna de miel, me parecía haber vivido un cuento de hadas, me sentía como en las nubes, como si estuviese viviendo un sueño, aunque el pánico y la nostalgia volvieron a llegar al segundo día del viaje; sentía que había metido la pata y que había cometido el mayor error de mi vida, gracias a Dios, todo terminó en una anécdota que hoy podemos contar entre risas.

Hoy son trece años de todo aquello, y hoy seguimos juntos con la misma ilusión y el mismo amor que el primer día, hoy nuestro matrimonio está bendecido y completo con nuestros pequeños y hoy sabemos que, para nosotros y como dice Frank Perea, la suma de uno mas uno son cuatro.

Hace unos días me decías, no sé si de broma o por uno de esos arranques de complejo de inferioridad temporal que te entran a veces, que tú no merecías estar a mi lado; hoy te digo, que te has ganado estar a mi lado a pulso, a base de esfuerzo y dedicación, a fuerza de estar, de ser; te lo has ganado por méritos propios, porque me sigues amando a pesar de todo, porque has estado conmigo y hemos estado juntos y unidos en las buenas y en las malas, porque eres excelente padre y mejor esposo; porque lo has trabajado, porque lo sufriste y porque lo lloraste; porque supiste tener la paciencia que se necesitaba y porque supiste darme mi lugar, porque tu único propósito en la vida, desde que nos conocemos, es verme feliz, es hacerme sentir bien, única y especial. Porque me sigues amando y porque te sigues esforzando cada minuto por hacerme feliz, por hacernos felices.

Hoy, trece años después, puedo decir que tengo el matrimonio perfecto, ese en el que discutimos y reñimos, pero en el que hay mucho amor, y en el que no falta la comprensión, la comunicación, en el que sabemos escuchar, en el que nos sabemos perdonar y al que no le falta la dosis de humor tan necesaria para seguir adelante.

Hoy celebramos trece años y espero celebrar muchos, muchos más: Felicidades!!!

Felicidades Princesas...

Tarde pero seguro, esta entrada la escribí con el firme propósito de publicarla el 30 de octubre, pero a Vodafone no le dio la gana, y por vaga dejé pasar los días y aquí estoy, 9 días más tarde. Pequeñas, perdonenme, este era mi regalo de cumple para las dos.

Hace doce años, un día como hoy, dos personitas hermosas llegaron a mi vida, por separado, pero juntas convirtiéndome, en un solo día en tía y en madre. Hace doce años nacieron las dos niñas mas bellas del mundo mundial y parte del extranjero. Cada una es diferente, cada una es especial y cada una tiene su particular encanto; una pequeña, blanca, con pelo azabache y ojos achinados; la otra grande, trigueña, con el pelo ensortijado y unos ojos grandes, bellos y expresivos; las dos tienen una sonrisa hermosa que puede iluminar la noche mas oscura, las dos tienen la capacidad de, cuando las veo, hacerme sentir que la vida vale la pena solo por verlas sonreír. Hace doce años nuestras vidas cambiaron gracias a ustedes dos.

Cuando me da por recordar, puedo revivir cada detalle de aquel día de otoño, cuando creyendo que iba a ver nacer a mi pequeña sobrina, asistí a mi propio parto; puedo recordar la mezcla de angustia, alegría y asombro por todo lo que estaba sucediendo: habíamos compartido meses de espera, compras, malestares, cansancio, antojos y terminamos compartiendo el día del parto; no pudimos conocer a nuestras sobrinas cuando nacieron, porque estábamos muy ocupadas trayendo una pequeña hija al mundo. Les conocimos cuatro días más tarde, y sé que cada madre pensó que la otra bebé era más fea que la que le había tocado; cada madre pensó que su bebé era mucho más guapa que la otra y ambas madres dieron gracias a Dios por la bebé que habían traído al mundo. Y es que, mis pequeñas, cada madre hizo su pedido y de la fábrica le mandaron justo lo que esperaban.

Yo por ejemplo, había pedido una bebe con las siguientes especificaciones: blanca, con mucho pelo, con las piernas hermosas y con una sonrisa que me iluminara la vida; me acuerdo que, en mi espera, sólo atinaba a comprar pincitas para el pelo y la tía Angie se reía porque decía que me iba a nacer una bebé sin nada de nada de cabello, en cambio, naciste tú, tal cual te había imaginado, tal cual te había deseado, tal cual te había especificado y con la cantidad de pelo necesario para ponerte todas las pincitas que había comprado para ti. Estoy segura que lo mismo le paso a la mamá de Amelia, recibió justo lo que quería, la bebé más hermosa que sus ojos habían visto jamás; y es que, mamá naturaleza no se equivoca y nos envía justo lo que soñamos. El tiempo se encargaría de demostrar que las madres estábamos equivocadas, que cada una era hermosa, especial y diferente.

Hace doce años vinieron al mundo y me hicieron la más feliz de las mujeres sobre la tierra, tengo dos hijas, lo único que una nació en el vientre de mi hermana. Cuando salía con ustedes y me preguntaban si eran mías las dos, respondía que sí y agregaba, porque aunque una es mi sobrina, es tan mía como la mía. Y es que no puedo pensarlas por separado, aunque el tiempo, la vida, el destino y las circunstancias se hayan empeñado en separarlas y en alejarlas tanto a la una de la otra. Es difícil estar tan lejos un día como este y más difícil es cantar cumpleaños frente a una tarta con una ausencia y saber que al otro lado del charco hay otra tarta y hay otra ausencia.

A ti que estas tan lejos y que no puedo darte el beso y el abrazo que me gustaría y que no puedo cantarte cumpleaños te lo envío y te lo escribo: Feliz, feliz en tu día, mi pequeña que Dios te bendiga, que reine la paz en tu día y que cumplas muuuuuchos más...; y a ti, que te tengo a mi lado y que te puedo abrazar y besar, te abrazaré y te besaré por las dos y te cantaré cumpleaños y te miraré y en tus ojos la verá a ella y me sentiré menos lejos y la sentiré mas cerca.

Felicidades mis pequeñas y para las dos les dejo esta canción http://www.youtube.com/watch?v=K9oTgjoU530&feature=related, donde pone Paula, léase Maru/Meli, porque cuando la escucho vuelvo a recordar y a vivir cada momento, cada instante y cada lágrima que derramé hace doce años atrás...

Feliz cumpleaños a mis princesas, tarde pero seguro, y a los demás les digo, hasta dentro de muy pronto...